jueves, 18 de junio de 2015

Perdida en el camino correcto

Casi desde el inicio mi esposo y yo descartamos la inseminación artificial y la fertilización in vitro. Extraño, ¿verdad?
 
La inseminación artificial era la única opción que nos daban los doctores y, en algún momento, hasta mi mamá también trató de convencerme. Al principio sentía que la gente podría juzgar que, por negarme a esos tratamientos, no estaba poniendo de mi parte o que en realidad no deseaba tanto tener hijos. En realidad no creo que me estuvieran juzgando, pero así me sentía yo en ese momento.
 
Pero cada vez me convenzo más de que nuestra decisión fue acertada. Al principio nos negamos porque sabemos cuál es la posición de la Iglesia Católica al respecto y no queríamos ir en contra. Pero luego fui entendiendo mis verdaderos motivos:
 
Las cosas que más he deseado en mi vida nunca se han cumplido en el momento que yo lo esperaba ni de la forma que yo esperaba. Pero sí se han cumplido y del modo que mejor me convenía. Y entonces puedo comprobar que Dios tiene sus tiempos y su plan para mí, para mi esposo, para mi familia. Sí quiero tener hijos, ¡lo deseo con toda mi alma!, pero quiero que sea como Dios quiera, porque Él sí que sabe qué es lo mejor. En este tiempo en el que mi esposo y yo nos enfrentamos a la infertilidad, he podido ir descubriendo cosas en mí que necesito madurar y curar y, por lo tanto, estos 4 años sin hijos me resultan muy buenos y sé que me están ayudando para que, en el futuro, sea una mejor mamá.
 
Por otro lado, siempre he tenido mis reparos con la FIV. Por ejemplo, si tenemos 6 embriones congelados y otros 2 que me transfieren, y con esa primera transferencia todo va bien y logro embarazarme... ¿Qué pasa con los 6 embriones congelados?, ¿se botan?, ¿se regalan?, ¿hasta cuándo se congelan?... Para mí esos embriones son vida y me daría mucha pena jugar así con varias vidas... bueno... es lo que siento.
 
Entonces, ¿qué nos queda por hacer? Al principio mi esposo todavía no quería considerar la adopción. Ahora sí está más abierto a ello y se los contaré en otro post. Pero, después de la noche de mi segundo aniversario sobre la que escribí en el post anterior, estuvimos un poco perdidos, sin saber muy bien qué hacer (casi casi como ahora, jeje).
 
Bueno, pero algunos meses después me puse a investigar y encontré a un Urólogo joven que ya había tratado casos de infertilidad masculina. De verdad fue una bendición encontrarlo. Con él estamos en tratamiento desde fines del 2013 y ahí vamos tratando de mejorar las condiciones de los soldaditos de mi esposo con muchas vitaminas, pastillas, disciplina y actitud positiva. Claro que también me derivó a mí con una ginecóloga que me hizo pasar por todas las pruebas posibles, así que ahí vamos. Nuestras probabilidades son pocas pero existen... Y si Dios quiere que mi esposo y yo concibamos un hijo, ese 2% de probabilidad será más que suficiente.... Y si Dios tiene para nosotros un hijo o hijos en alguna parte esperando que los adoptemos, también nos ayudará a descubrirlo.
 
Creo firmemente en este poder de Dios y eso me anima. Pero, claro, también tengo mis días buenos y mis días malos. Estamos en una larga batalla y, con su ayuda, sé que llegaremos a ganarla ;)
 

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